La teoría de las Representaciones sociales ha intentado, desde su nacimiento, comprender el modo en que la gente piensa y organiza su vida cotidiana.
En este sentido explica la creación del conocimiento llamado de sentido común que se va construyendo discursivamente. Un conocimiento social que no está estancado en la mente de los individuos sino que se transforma con el devenir histórico y se caracteriza por ser colectivo y efímero. Por ejemplo, las representaciones sociales del género femenino, la salud y la enfermedad o del estudiante universitario, cambiaron en las últimas décadas y como consecuencia, los comportamientos sociales cotidianos.
Ya que el papel de las Representaciones sociales consiste en ser estructuras y procesos simbólicos encargados de atribuir sentido a la realidad, producir repertorios interpretativos y orientar los comportamientos, la actividad representacional tiene una función primordial.
La teoría rechaza así, cualquier posibilidad de conocimiento en el que la realidad se dé de modo directo, ya que es la mediación simbólica a través del lenguaje, la que otorga significado para los grupos sociales y, en tal sentido, es posible referirse a una construcción social de la realidad.
En este marco, ensayar reflexiones que enlacen problemáticas de la Educación Superior con las Representaciones sociales de algunos de sus colectivos, parece ser un camino pertinente para encontrar nuevas preguntas, en lugar de viejas respuestas.