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Un refutación al Materialismo Filosófico y al Determinismo Físico

Autor: 
Alberto Benegas Lynch (h)
ISBN versión papel: 
978-987-1511-05-1
Páginas: 
55
Edición: 
agosto de 2009
Estado: 
Disponible

En tiempos en que el progreso pareciera avasallar al hombre, habiendo tomado cuerpo su capacidad de evolución geométrica, el Dr. Alberto Benegas Lynch (h) pretende mantenernos alerta para no perder el alma verdadera de su grandeza. Rigurosa y profundamente nos sumerge en la consideración de la verdadera amenaza que se yergue sobre el hombre moderno: la negación de su dimensión espiritual y del destino trascendente de su existencia; porque estas perspectivas implican una concepción de la existencia cerrada en sí misma, además de entrañar un sentido de la historia que adolece de horizontes esperanzadores que permitan al hombre superar los límites deterministas.

Agudamente, nuestro autor denuncia el trasfondo de la tentación positivista de nuestro tiempo: la reducción de la conciencia a un fenómeno que procede de procesos meramente materiales, siendo el mundo mismo exclusivamente material, existente desde siempre. En la base de esta concepción está la afirmación de que el conocimiento resulta genuino sólo si es científico.

Para poder sostener que lo absoluto es inasequible para el espíritu humano, el materialismo filosófico termina echando por tierra no sólo las reflexiones metafísicas, sino también toda posibilidad última de hacer verdadera ciencia, puesto que la inteligencia procederá siempre de la materia, y, por lo tanto, no la podrá dominar.

Detrás de tales consideraciones existen peligros que van más allá de la mera negación de la existencia de un Ser Superior como bandera de un pretendido escepticismo asumido orgullosamente. Lo que en realidad están en juego son realidades que constituyen la esencia de la dignidad del hombre:

En primer lugar, la existencia del espíritu, que trasciende lo percibido por los sentidos como explicación exclusiva de las acciones y conocimientos del hombre. Porque únicamente es el espíritu el que puede sostener en definitiva al libre albedrío, tan minado por esta corriente filosófica.

En segundo lugar, el sentido de lo moral. Al abolirse toda certeza metafísica para poder construir sistemas “librados” de supuestos prejuicios, con el único fin de que la ciencia evolucione libremente, terminan también cayendo los significados y juicios últimos que hacen posible la vida en sociedad.

Pero, asimismo, en nombre de la libertad, el hombre termina sujeto a los determinismos físicos, obligado a negar el llamado surgido desde lo más recóndito de su ser para trascender los límites de su carne.

Las presentes reflexiones terminan por constituir un llamado urgente por parte del Dr. Benegas Lynch (h), para que el hombre no caiga en la sentencia hobbesiana: Homo homini lupus.

Quisiera que el presente prólogo constituya un humilde homenaje para quien ha logrado aunar brillantemente estas dos dimensiones que con tanta facilidad suelen separar tanto la ciencia como la filosofía cuando constituyen esquemas de pensamiento cerrados en sí mismos, convirtiéndose en fundamentalismos. Considero que sólo un pensador de altura y nobleza intelectual, de integridad moral y rigurosidad científica, es capaz de proponer pautas para reflexionar acerca de un ser que por su grandeza y dignidad no puede ser abordado como un ente más en el concierto de la creación. Benegas Lynch (h) nos honra a través de un escrito magnífico, que transmite ciertamente la sabiduría de quien vive lo que piensa y siente.